En Día Mundial contra la mutilación genital femenina la ONU llama a luchar contra ese flagelo
Prácticas frecuentes en las regiones occidental, oriental y nororiental de África, en algunos países de Asia y del Oriente Medio.
Según recientes estimaciones de los organismos internacionales en el mundo hay unos 140 millones de mujeres y niñas que sufren las consecuencias de la mutilación genital femenina (MGF). Se calcula que en África se han sometido a esa práctica aproximadamente 92 millones de niñas de 10 años o más.
Esta práctica comprende todos los procedimientos que, de forma intencional y por motivos no médicos, alteran o lesionan los órganos genitales femeninos y según la Organización Mundial de la Salud, estos procedimientos no aportan ningún beneficio a la salud de las mujeres y niñas.
Consecuencias graves para la salud
Peor aún, pueden producir hemorragias graves y problemas urinarios, y más tarde pueden causar quistes, infecciones, infertilidad, complicaciones del parto y aumento del riesgo de muerte del recién nacido.
Según la OMS unos 140 millones de mujeres y niñas sufren en la actualidad las consecuencias de la MGF. En la mayoría de los casos se practican en la infancia, en algún momento entre la lactancia y los 15 años.
La MGF es reconocida internacionalmente como una violación de los derechos humanos de las mujeres y niñas. Refleja una desigualdad entre los sexos muy arraigada, y constituye una forma extrema de discriminación de la mujer. Es practicada casi siempre en menores y constituye una violación de los derechos del niño.
Asimismo, viola los derechos a la salud, la seguridad y la integridad física, el derecho a no ser sometido a torturas y tratos crueles, inhumanos o degradantes, y el derecho a la vida en los casos en que el procedimiento acaba produciendo la muerte.
Causas culturales, religiosas y sociales
Las causas de la Mutilación Genital Femenina (MGF) consisten en una mezcla de factores culturales, religiosos y sociales existentes familiares y comunitarios.
En los países que la practican la MGF se considera a menudo parte necesaria de la buena crianza de la niña y una forma de prepararla para la vida adulta y el matrimonio y suele estar motivada por creencias acerca de lo que se considera como un comportamiento sexual adecuado, relacionándose los procedimientos con la virginidad prematrimonial y la fidelidad matrimonial.
En múltiples comunidades se considera que la MGF reduce la libido femenina, ayudando a la mujer a resistirse a los actos sexuales «ilícitos». Por ejemplo, cuando se estrecha o cubre la abertura vaginal, se dificulta físicamente que la mujer tenga relaciones sexuales prematrimoniales. Posteriormente se necesita un doloroso procedimiento para reabrir la vagina y permitir el coito.
El pretexto religioso
Según la OMS, aunque no hay escritos religiosos que prescriban la práctica, quienes la llevan a cabo suelen creer que tiene un respaldo religioso. Las estructuras locales de poder y autoridad, como los líderes comunitarios y religiosos, los circuncidadores e incluso parte del personal médico, contribuyen en algunos casos al mantenimiento de la práctica.
Swisslatin (06.02.2013)