Campaña de la ONU para poner fin a la violencia sexual en los conflictos
Día Internacional para la eliminación de estos actos que incluyen la esclavitud sexual y la prostitución forzada.
Con ocasión del Día Internacional para la eliminación de la violencia sexual en los conflictos, 13 entidades del sistema de la ONU, reactivan su campaña lanzada en 2007 para poner fin a la violencia sexual en las guerras y ataques terroristas.
La iniciativa representa un esfuerzo concertado de la ONU para mejorar la coordinación y rendición de cuentas, y apoyar los esfuerzos nacionales en esta materia, así como más eficazmente a las necesidades de los sobrevivientes, no obstante este tipo de violencia se sigue utilizando como táctica de guerra.
La campaña incluye el despliegue de asesores de protección de la mujer en los países donde más se continúa practicando la violencia sexual contra las mujeres.
Un abanico de violaciones
La «violencia sexual relacionada con los conflictos» abarca las violaciones, la esclavitud sexual, la prostitución forzada, los embarazos forzados, la esterilización forzada y cualquier otro acto de grave violencia sexual contra mujeres, hombres o niños que tienen una vinculación directa o indirecta y temporal, geográfica o causal con un conflicto.
Si bien muchos lugares se ven afectados por la amenaza, la perpetración o el legado de este tipo de violencia, el último informe del Secretario General se centra en 19 situaciones de países para los cuales existe información creíble.
La violencia sexual sigue siendo utilizada como táctica de guerra, con actos de violación generalizados y estratégicos, entre ellos violaciones colectivas, presuntamente cometidos por diversas partes en conflictos armados, la mayoría de las veces en conjunción con otros delitos, como asesinatos, saqueos, pillajes, desplazamientos forzados y detenciones arbitrarias.
Agresión selectiva
Según el informe, la índole estratégica de la violencia se puso de manifiesto en la agresión selectiva a víctimas pertenecientes a grupos étnicos, religiosos o políticos opuestos, como reflejo de las líneas divisorias del conflicto o la crisis en su conjunto.
También se han observado pautas de violencia sexual en el contexto de la guerra urbana, en los registros domiciliarios, las operaciones en zonas residenciales y los puestos de control. Además, se ha intensificado la utilización de la violencia sexual como táctica de terrorismo por distintos grupos extremistas violentos.
Para esos actores, la violencia sexual no solo sirve para objetivos tales como incentivar el reclutamiento, aterrorizar a la población para que obedezca, desplazar a civiles hacia fuera de zonas estratégicas, obtener inteligencia operacional y obligar a la conversión a través del matrimonio, sino que además consolida una ideología basada en la supresión de los derechos y el control de la sexualidad y la reproducción de la mujer.
Niñas tratadas como “salarios de guerra”
Siempre según el informe, también se utiliza para generar ingresos, como parte de la economía sumergida de los conflictos y el terrorismo, mediante la trata con fines de explotación sexual, la esclavitud sexual, la prostitución forzada y la obtención de rescates procedentes de familias desesperadas. En algunas circunstancias, las propias mujeres y niñas son tratadas como “salarios de guerra”, al ser entregadas como forma de remuneración o pago en especie a los combatientes, quienes pasan a tener derecho a revenderlas o explotarlas como deseen. En el último año se ha registrado también la utilización de mujeres y niñas sometidas a esclavitud sexual como escudos humanos y terroristas suicidas, lo que denota su condición de “recursos” fungibles en la maquinaria del terrorismo.
En el contexto de la migración en masa, las mujeres y los niños afectados por los conflictos, el desplazamiento o el extremismo violento corren especial riesgo de caer presa de los traficantes debido al derrumbe de los sistemas políticos, jurídicos, económicos y sociales de protección.
Miedo de las víctimas
Una preocupación constante es que el miedo y el estigma cultural convergen para que la inmensa mayoría de los supervivientes de la violencia sexual relacionada con los conflictos no denuncien esa violencia. Los profesionales sobre el terreno estiman que por cada violación denunciada en relación con un conflicto, hay entre 10 y 20 casos que quedan sin documentar.
En respuesta al aumento del extremismo violento, el Consejo de Seguridad aprobó la resolución, la primera para abordar el nexo entre la trata de personas, la violencia sexual, el terrorismo y la delincuencia organizada transnacional. Reconociendo la violencia sexual como una táctica de terrorismo, afirmó además que las víctimas de la trata y la violencia sexual cometidas por grupos terroristas deberían ser elegibles para la reparación oficial que se concede a las víctimas del terrorismo.
Swisslatin / UN News (19.06.2017)