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Reportajes |
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Causas olvidadas Verena
Graf ha entregado toda su vida a la causa de la autodeterminación de los
pueblos, ideales que debe conjugar con el pragmatismo: el de hacer funcionar
una ONG en el plano diplomático y financiero. En lo diplomático lamenta la ausencia de voluntad política para hacer avanzar algunas causas. En lo financiero, hasta el momento cuenta con el apoyo de su país, Suiza. La
Liga apoya las luchas contra toda forma de opresión, de dominación y
discriminación. En su acción política, cultural e informativa trabaja por
la creación de un derecho internacional basado en la defensa de los
derechos de las personas y de los pueblos, y busca convergencias con el
mayor número de organizaciones posible. La
Liga suiza es una sección de la Liga Internacional por los Derechos y la
Liberación de los Pueblos (LIDIP), cuyo presidente es el Nobel de la Paz,
Adolfo Pérez Esquivel. Por
su carácter esencialmente político, esta ONG debe hacer verdaderos
malabares para encontrar financiamiento para sus tareas. Por suerte, hasta
ahora, Verena Graf, la secretaria general permanente de la LIDIP ha
conseguido apoyo en su propio país, Suiza. “El
gobierno suizo apoyó nuestro
proyecto
contra la impunidad, cuando nuestra organización se ocupó
del tema en América Latina, donde los autores de violaciones a los
derechos humanos se amparaban en leyes de impunidad aprobadas por gobiernos
dictatoriales”, explica. “También
las autoridades ginebrinas nos ayudan financieramente y gracias
a esas colaboraciones podemos continuar desarrollando nuestro
trabajo”, agrega. Pero la situación no es nada fácil, pues medidas de reducción del gasto público se han aplicado en todas partes, lo que influye en el apoyo financiero a las actividades de la ONG. Apoyo
sólo para las grandes ONG “En
nuestros comienzos las
agencias nacionales recibían dinero
por parte de los gobiernos, ayuda que se restringió, lo que ha hecho
que las pequeñas organizaciones no gubernamentales desaparecieran. Ahora
los gobiernos apoyan sólo a
las grandes”, recalca Verena Graf. “Otro
apoyo importante provenía de las municipalidades y en menor medida las
cotizaciones y donaciones de personas, de militantes sensibilizados con las
causas de los derechos de los pueblos”, agrega. “Puedo
afirmar que durante los 26 años que llevo trabajando en esta ONG
varias veces pensé que era el último año que lo hacía, que había
que cerrar debido a la permanente falta de recursos. Nunca nada está
asegurado en este trabajo”, suspira. A
las dificultades financieras se agregan los problemas políticos, aspectos
estos que tienen que ver directamente con la política internacional, en
particular con los intereses de las grandes potencias y de Estados que, que
por ejemplo, no quieren reconocer el derecho a la autonomía de los pueblos
indígenas. Swisslatin:
¿Cuáles
son las causas sin solución? Verena
Graf:
“Siempre las mismas, la lucha olvidada del pueblo saharaui, la de
los tamiles de Sri-Lanka, de los kurdos y, también la de los vascos. Como
se sabe los vascos son considerados hoy como terroristas, pero detrás hay
todo un pueblo que aspira a que le sean respetados sus derechos”. “Pero
también hay causas de las cuales
no se habla porque sus representantes no pueden salir del país y
tampoco tienen medios para hacerse oír. Hay casos en África y en Asia de
los cuales se habla sólo cuando hay genocidios y eso es lamentable”,
agrega. Pero
en medio de este panorama poco halagador, esta incansable luchadora helvética
está satisfecha al menos por una gran causa, la de los pueblos indígenas
“porque ahora ellos ya tienen
voz y son considerados en la ONU”, precisa. Swisslatin:
¿Y cuál es entonces su balance del decenio de los pueblos indígenas? V.G.:
“Yo hago un balance bastante positivo. Como he seguido la trayectoria
desde el principio, veo como ellos han ocupado la escena internacional y el
mundo ha tomado conciencia de la existencia de 3 millones de pueblos indígenas”. “Hoy
tienen una voz y en el grupo de trabajo de la ONU pueden participar al mismo
nivel que los gobiernos, aunque estos últimos son los que deciden y votan.
Pero se han dado muchos pasos positivos”. Por
último, Verena Graf lanza un llamado a la juventud helvética para que
asuman el relevo de su trabajo: “Espero que la juventud crea también en estos ideales que yo defiendo, que no considero ideales en el sentido de la palabra, son una obligación de luchar por los pueblos que no tienen voz. Es una lucha con las palabras, con la información y para mí ya 26 años son muchos y entonces quisiera pasar el testimonio a otros”, concluye. Swisslatin - Aldu
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