140
años después de esa epopeya, el escritor Héctor Norberto Guionet
retrasa la historia de la colonia en su libro La Colonia San José Inmigrantes: memorias entre ríos e imágenes 1857-2000.
Un libro reeditado especialmente con ocasión del próximo aniversario
de la colonia.
La
Colonia San José fue la primera colonia agrícola fundada por
inmigrantes en la Provincia de Entre Ríos y la segunda en Argentina.
Fue creada el 2 de julio de 1857 por 530 inmigrantes suizos, saboyanos
y alemanes. El próximo mes de julio se cumplen los 148 de su creación.
Un grupo de
fundadores perseguían el sueño del filósofo francés François
Fourrier, la creación de una comunidad que viviera en armonía basada
en el trueque, y un sistema de cooperativas, sin conflictos sociales
ni religiosos, donde el trabajo fuera una fuente de placer, no
repulsivo.
“Una
experiencia furierista”
La creación del
"falansterio", fue una experiencia insólita del siglo XIX,
una comunidad singular que vivía del trueque. Jean Joseph Durando,
fue sin duda su principal protagonista.
Falansterio,
viene de "falange". Significa edificación para
actividades de gente que vive en comunidad. La recreación del
falansterio siguiendo las ideas de François Fourier (1772-1837), socialista utópico francés, uno de los antecesores
del socialismo científico, autor entre otras obras de “El nuevo
mundo industrial y societario”.
Era una asociación
voluntaria de familias que vivían en comunidad. Nadie los obligaba;
el que quería entraba, como en una cooperativa. El valesano Jean
Joseph Durando había formado un pueblito, una "petite place",
con los que lo seguían, llamado también colonia Hugues.
En sus orígenes fue establecimiento Agrícola-Industrial, que
después tomó el nombre de su fundador, Durando.
Hijo de una suiza,
Jean Joseph Durando había nacido en Evionnaz, cantón del Valais,
donde transcurrieron los años de su infancia.
Cuando murió su
madre Marie Louise Coquoz en 1874, emigró a Sudamérica. Llegó a
Entre Ríos, donde trabajó en varios oficios: carpintero, relojero,
herrero o leñador en las colonias.
Su ideario
estaba inspirado en François Fourier, pensador francés de comienzos
del siglo XIX que imaginó una sociedad agrícola modelo donde todos
sus miembros compartían un trabajo planificado que apuntaba a su
crecimiento, a su atención sanitaria y al desarrollo cultural común.
Con aroma
socialista
El valesano
Durando con la energía de su tradición conservadora y de un
catolicismo practicante y disciplinado realizó una organización
social con aroma socialista. En San José creó la colonia Hugues, un
espacio compartido con su esposa Emma Pittet, del cantón de Vaud y su
primogénita Josephine.
La comunidad agrícola-industrial
abarcaba dos centenares de hectáreas con lo que se hacía respetar en
cuanto a progreso económico.
Durando incluyó
en su búsqueda el auxilio religioso a su numerosa comunidad a la que
inducía, no a un nihilismo que negara toda creencia, pero sí—consciente
de que todo se desarrolla en el interior del hombre —a un nuevo
compromiso con la fe en lo que “Grand Père” proveía mostrando el
camino por seguir cada vez que su interlocutor —Monsieur
Durando—lo consultaba concentrándose en sus invocaciones al caer la
tarde.
Su palabra era,
entonces, la palabra de Dios. Ello así aunque cada vez que anunciaba:
"Hablé con Mon Père, Notre Père o Le Grand Père",
agregaba que también los demás podían lograr una comunicación
directa con Él sin su intermediación.
Consejos y
medicinas
El sentimiento
religioso de la comunidad había encontrado un cauce por donde
expresarse.
“Se le
consideraba un tocado por la Providencia, su instrumento, inspirándose
en su amor para las curas o milagros para lo que era preciso la
creencia, la fe en Dios. No cobraba porque —agregaba con humor—.
"Ése a quién consulto tampoco me pide nada". También, a
veces, recetaba algún té o aconsejaba recursos de la medicina
natural.
Más de un siglo
atrás en que el aprendizaje de la tolerancia política y religiosa
progresaba con la lentitud que madura una fruta, eran previsibles
fuertes enfrentamientos. Y
los hubo.
Contrariado el
abate de Hugues lo visitó
para tratar de disuadirlo de continuar considerándose con el poder de
comunicarse con Notre Père y transmitiendo a las personas la
voluntad divina sobre cómo resolver sus cuestiones domésticas. No
logró convencerlo y esto enojó aún más al cura católico. Se quejó
entonces al párroco de Colón y al obispo de Paraná. Lo acusó de
que el casi centenar de personas que vivían en el Establecimiento
trabajaban los días de guardar, que había chicos sin bautizar y que
no siempre recibían enseñanza religiosa.
La autoridad católica
consideraba el Falansterio de Durando de "espiritista". La
Iglesia lo combatía y había logrado la deserción del
Establecimiento de numerosas familias.
Pero Jean Joseph
Durando, que conocía y había practicado los más diversos oficios,
continuó desarrollando y vigilando sus asuntos mundanos. Y los del Más
Allá, con la fortaleza mística de su corazón que, tal vez, creía
iluminado.
Una colonia
autoabastecida
Sus principios,
con un toque de fragancia cooperativista y la embriaguez de la utópica
organización social concebida por François Marie Charles Fourier,
llevaban ahora el sello con la "D" del estilo Durando.
El
Establecimiento producía prácticamente todo lo que se consumía,
sembraron la tierra, cultivaron hortalizas, decenas de hectáreas con
viñedos, fabricaban y vendían vehículos de transporte totalmente
terminados, hacían reparaciones. Plantaron árboles frutales, se hacían
ladrillos para la construcción, instalaron un molino harinero,
contaba con carpintería, herrería, guardería zapatería,
maquinarias agrícolas.
Elaboraban vinos
que conservaban en toneles, facturas de cerdo, "pan colón",
orejones, licores, grapa, conservas. Los dulces, que envasaban y los
que agasajaban a las ocasionales visitas. Y confeccionaban la ropa
para todos.
Organización
y Disciplina
Funcionaba también
una Escuela de Primeras Letras, Artes y Oficios, considerada modelo y
donde mujeres y varones aprendían diferentes oficios en forma teórica
y práctica, además de música y matemáticas, haciéndose el estudio
de la lengua en francés y castellano.
Tenían también
la oportunidad de integrar la tan importante como recordada Banda de Música
que le daba un toque distintivo a la comunidad. A los exámenes
finales que culminaban con una gran fiesta, asistían personalidades y
educadores de las colonias, de Colón, San José y Concepción del
Uruguay. La prensa de la zona elogió la obra educativa del
Establecimiento.
Se trató de un
ideal del que toda la comunidad, sin excepciones, participaba con
alguna responsabilidad. Durando había logrado organización y
disciplina en el trabajo, que eran características del pueblo suizo
en particular. Las normas establecidas debían observarse
estrictamente.
Pero esta
organización vertical de la sociedad lo apartaba de la práctica
ortodoxa del pensamiento de Fourier.
Una larga mesa
con bancos caracterizaba el comedor de esta experiencia inédita
durante la segunda mitad del siglo XIX donde el intercambio se hacía
por artículos, no por dinero. No existía moneda en el Falansterio ya
que todos trabajaban para la comunidad. Tampoco se permitían
discriminaciones religiosas ni por nivel social. Durando tuvo una
relación armoniosa con los vecinos y llegó a presidir la Liga para
la Defensa Agrícola.
Por décadas
desarrolló esta experiencia rural escudriñando en un mundo
idealizado, con la imagen de una fiesta contenida. Su
autoabastecimiento fue un hecho indiscutible.
De nada sirve
llorar lo no realizado: Jean Joseph Durando fue para los hijos de
Entre Ríos alguien que tuvo la osadía, el coraje de abrir una
huella.
Le sucedió al
frente del Establecimientos por varios años alguien que había
contado siempre con toda su confianza: Luis Jaton, casado con una de
las primeras maestras del Falansterio.
Swisslatin - Héctor Norberto Guionet
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